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El tener sordera no le impide vivir su pasión y ser un auténtico charro

Con lenguaje de señas, disciplina y esfuerzo, un joven latino busca dominar las artes de este deporte mexicano

 Angel Hernández nació sordo y se comunica sólo a través del lenguaje de señas. Su amor y pasión  los caballos y las ganas de ser charro son más grandes que cualquier piedra en su camino.
(Foto Mey Lyn Mitteenn para Excelsior)
Angel Hernández nació sordo y se comunica sólo a través del lenguaje de señas. Su amor y pasión los caballos y las ganas de ser charro son más grandes que cualquier piedra en su camino. (Foto Mey Lyn Mitteenn para Excelsior)
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Una vez, mientras Angel Hernández, un joven que nació con sordera, practicaba el deporte tradicional de la charrería, el caballo lo tumbó. Al verse lleno de tierra, solo pensaba en el dolor de su cuerpo pero el susto le duró segundos. “No me puedo quedar tirado porque me puede pisar el animal; así que guardé la calma y me volví a subir”. Ya se ha caído ocho veces pero siempre regresa al lomo de su caballo; lo mismo hace en su vida, nunca se da por vencido.

Angel se comunica sólo a través del lenguaje de señas. Y a los 10 años fue diagnosticado con Jacob Syndrome, una afección que produce un cromosoma extra en 1 de cada 1,000 niños. Causa debilidad muscular, dificultad en el aprendizaje y en la coordinación motora. El joven de 15 años lo sabe pero el amor que siente por los caballos y las ganas de ser charro son más grandes que cualquier piedra en su camino.

“Cuando tenía dos años me subieron a un caballo por primera vez y me enamoré. Cuando trepo a uno me pongo feliz, siento que entiendo todo lo que pasa. Me da mucha emoción”, dice el residente de Riverside. En año y medio ha aprendido a ensillar, bañar y montar un caballo; además de practicar destrezas de la charrería con la cuerda, como florear, hacer ternas o manganas a pie.

Para lograr estos lazos y figuras, no es fácil darle constantemente vueltas a una soga que pesa entre tres y cinco libras. Angel confiesa que a veces se frustra cuando no le sale alguna técnica con la soga. “Digo ‘ya no’ pero luego empiezo a pensar en positivo, en que sí puedo y que solo debo acordarme de los pasos y practicar”.

Sabe que solo así podrá llegar a cumplir su meta de ganar una competencia de charrería. “Quiero que la gente vea que aunque soy sordo también puedo lograrlo y que aunque otras personas sean diferentes también pueden llegar a ser campeones”. Su afán de charrear también le causa orgullo. Vestido con camisola, moño, sombrero, botas y espuelas se le ve sacando pecho por su cultura mexicana, de la que dice es importante mantener viva aunque estés en otro país.

  • Angel nació sordo y se comunica sólo a través del...

    Angel nació sordo y se comunica sólo a través del lenguaje de señas. Quiere ser campeón siendo charro mexicano. (Foto Mey Lyn Mitteenn / Excelsior)

  • Angel nació sordo y se comunica sólo a través del...

    Angel nació sordo y se comunica sólo a través del lenguaje de señas. Quiere ser campeón siendo charro mexicano. (Foto Mey Lyn Mitteenn / Excelsior)

  • Angel nació sordo y se comunica sólo a través del...

    Angel nació sordo y se comunica sólo a través del lenguaje de señas. Quiere ser campeón siendo charro mexicano. (Foto Mey Lyn Mitteenn / Excelsior)

  • Angel nació sordo y se comunica sólo a través del...

    Angel nació sordo y se comunica sólo a través del lenguaje de señas. Quiere ser campeón siendo charro mexicano. (Foto Mey Lyn Mitteenn / Excelsior)

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Deportista

Angel también juega futbol americano en la escuela, cursa el décimo grado, lleva seis materias, disfruta de los juegos de mesa en familia y su platillo favorito es la mojarra frita. Es un joven sereno, dulce en el trato con los demás y disciplinado, algo que se ha ido formando cada sábado cuando le toca salir de la cama antes de las 7:00 am para ir al entrenamiento.

Su madre, Sally Zarate, cuenta que cuando los médicos le dijeron que su hijo no podría oír, pensó en los retos que él tendría que enfrentar pero luego se armó de valor. “Vamos a sacar a este niño adelante, me dije”.

Y así lo ha hecho. Cuando Angel era pequeño iba a una escuela de niños que podían oír pero tomaba clases de un programa para sordos, luego Zárate se percató que en un salón mezclaban alumnos de kínder, primero y segundo grado, que había un solo maestro para esa clase y que la auxiliar solo estaba presente mediodía.

Decidió dejar Pico Rivera y mudarse a Riverside donde está la Escuela de Sordos de California. Solo hay dos de estos centros en el estado, la otra está en Fremont —345 millas al norte de su casa.

Lo mismo ocurrió al momento de buscar maestros para la pasión ecuestre de Angel.

En una ocasión, el menor quiso hacer ‘reining’ –la versión americana de la charrería. Su madre encontró a una entrenadora, le dijo que su hijo era sordo y ella le respondió que no había problema. “Cuando llegamos, ella no le daba chance, yo le decía dime qué quieres decirle y yo le hago las señas pero ella me dijo: ‘regresa cuando le hayas compuesto los oídos a tu hijo’. Esa fue la primera vez que sentí discriminación”.

“Quiero que la gente vea que aunque soy sordo también puedo lograrlo y que aunque otras personas sean diferentes también pueden llegar a ser campeones”. -Angel Hernández

Ahora, Angel ya tiene un entrenador de reining con el que va muy bien y Zárate dice que en realidad se necesita a alguien especial para enseñar a otra persona que no aprende como los demás.

Esa persona especial es Jaime Ortiz González, su entrenador de charrería de 54 años de los que ha pasado la mayoría en esta profesión. El oriundo de Zacatecas, y quien tiene 17 años enseñando a otros muchachos sobre esta tradición, dice que ve en Angel mucha pasión por aprender de los caballos. “Le echa muchas ganas, quiero que aprenda y salir adelante con él”.

Durante el entrenamiento, Ortiz le muestra el movimiento y técnica que debe hacer con los brazos y señala lugares clave a donde hay que estar atento; mientras que Angel lo contempla con atención. Hasta se hacen bromas y hay cierta complicidad en su dinámica. Ya si hay algo muy específico de explicar, su madre le lo aclara con señas.

Zarate y su esposo, el padre de crianza de Angel, acompañan y apoyan los sueños del menor. No obstante, resulta costoso cubrir este deporte entre ropa y equipo necesario; además del pago para participar en torneos y las clases personales. Por ello, la familia abrió una cuenta de GoFundMe en pro de encontrar un apoyo para ello y cubrir una clase donde enseñan a hacer herraduras.

Por ahora, es su entrenador quien le presta su caballo para entrenar. En el futuro a Angel le gustaría tener un rancho con equinos y hacer lo mismo que su maestro: enseñar con paciencia y dedicación a otros niños sobre lo bello de la charrería. El joven dice que es un camino largo y que aprender le cuesta pero que lo más importante es seguir haciendo lo que te gusta. “No te rindas, vas a ver que vas a tener éxito”.